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108 LA VIDA RELIGIOSA mino de la santidad y llegando á la unión con Dios; y veo también monjas claustrales libres de esos jmpedi.- mentos, y no vuelan, ni corren, ni andan de prisa por la senda de la perfección, sino á paso de tortuga, y más despacio también. ¡Ay, que dolor! ¿Cuándo nos desengañaremos de que nuestro adelanto depende, más que de la longitud del camino, de la velocidad con que corramos? En tren rápido 6 expreso se llega pronto de aquí á París; en el correo se echa más tiempo; en el mixto algunos días; en mercancía se necesitan sema- nas; en coche, meses; á pie, años; y cojeando, toda la Vida, y quizás no se llegue. Y advierte que la clase en que se viaja no aumenta ni disminuye la velocidad. El que va en primera, si ya en el mixto, llegará mucho después que los que van en el expreso, aunque vayan en el furgón ó en la perrera. ¡Y cuántos de estos, cuán- tas religiosas de calle llegan á la perfección antes que las de claustros! ¿Y no es una lástima que pudiendo viajar nosotros en primera y en tren rápido nos que- demos atrás? ¡Ay, por Dios, Margarita, no seamos lo. cos! Ya que lo tenemos en nuestra mano, vayamos en el expreso, volemos por el camino de la perfección y lleguemos pronto á la unión con Dios, que es lo que desea tu afmo. Padre en Cristo,
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