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Pm 96 LA VIDA RELIGIOSA Este bautismo no es otro que el de la profesión re- ligiosa, la cual es obra de tan subidos quilates, que los Santos Padres, y en especial San Bernardo, la equipara al bautismo por la igualdad de efectos maravillosos que obra en el alma; porque así como el bautismo perdona al quelo recibe todas sus culpas y pecados, y toda la pe- na debida por ellos, de tal modo, que si muere después de bautizado sin haber cometido nueva culpa, se va derecho al Cielo; así también, al que hace debidamente la profesión religiosa, se le perdonan todos sus pecados á culpa y pena, de tal suerte, que si después de pro- feso muere, sin haber cometido ninguna culpa, irá también derecho al cielo, sin pasar por el purgatorio, como te decía en mi anterior. Y esto no sucede así por vía de indulgencia que lleve consigo la profesión, que esa indulgencia plenaria ya la ganan los religiosos el mismo día que toman el hábito, servatis servandis: sino que acontece por virtud de la profesión, por ser ella obra tan estimable y de tan alto precio, que satisface toda la pena debida por los pecados anteriores. Y tiene aquí la profesión una ventaja sobre el bautismo, por- que en éste se perdonan las culpas gratuitamente, en virtud de los méritos de Cristo: y en la profesión no se perdonan gratuitamente, sino justamente, en virtud de la satisfacción que da el hombre por ellos, porque con sus votos le ofrece á Dios el mayor sacrificio que le puede ofrecer, puesto que se ofrece y se sacrifica á sí mismo con todas sus cosas. De esto trae un buen ejemplo San Atanasio en la vida“de San Antonio Abad, y yo he hallado otro en un manuscrito antiguo, que por parecerme más ex- presivo lo quiero poner aquí, como prueba de esta ver- dad (1). Sucedió, pues, que tomó el hábito y profesó en (1) Leí este ejemplo en unos papeles viejos y de mala letra, que decían: Ejemplos y apuntes para pláticas. No tenian nombre ni firma, prin-
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