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ES terio hay aquí? Ay, amados de mi alma! el misterio entero de la redención: Oid- lo bien. Cristo en la cruz es la víctima eterna, inocente en sí misma, pero criminal en la imputación, porque salió fiadora de todos los crímenes humanos: y la justicia divina le cobra ahora la fianza, impu- tándole y exigiéndole la satisfacción de todas nuestras iniquidades. De esta suerte, él que es de suyo impecable, se empecató por nosotros, según la gráfica expresión del Apóstol (1). No os escan- dalice la energía de esa frase y la traduc- ción que hago de ella, porque no hallo otra más adecuada para expresar en su plenitud el dogma de la imputación, por el cual la víctima divina aparece ante su eterno Padre pecadora, como si hu- biese cometido todos los pecados del imundo; y por eso la trata como esos pe- cados merecen, descargando sobre ella su furor, y dejándola abandonada á los rigores inexorables de la eterna justicia, 1) 11 Cor, V 21.

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