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57 da, (de naturaleza y de gracia), con el encargo de que ellos la transmitieran á su posteridad; puesto que la bendición del Señor para que se multiplicaran y erecieran, fué anterior ála caída (1). De modo que, según la primitiva economía de la providencia, Adán y Eva estaban destinados á propagar eutre sus hijos la vida natural y la sobrenatural, la vida humana óde naturaleza, y la vida divi- na ó de gracia, que eleva al hombre y lo une con Dios. Pero nuestros progenito- res cayeron del alto pedestal de la ino- cencia en que Dios los había colocado; pecaron, y el pecado los despojó de la vida sobrenatural, les dejó solamente la vida natural, y ésta sujeta á las conse- cuencias del pecado, que son las enfer- medadesy la muerte corporal. Perdida ya esa vida superior de la gracia, como nadie puede dar lo que no tiene, nues: tros protoparentes no pudieron trasmi- tirla á su posteridad, no pudieron comu- nicarnos más que su vida natural, y ésta Gen. 1. 28. (1)
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