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0 madre nos da el ser de naturaleza; y la tercera, porque Dios la crió para ese fin, y con esa condición la hizo Madre suya. Para entender bien esta doctrina im portantísima, es necesario tener presente que el hombre es susceptible de dos vi das distintas; la de la naturaleza y la de la gracia; la vida natural y la sobrenatu- ral. La primera la recibimos de Dios por Adán; la segunda por Cristo: la primera pertenece al orden de la creación, y la recibimos mermada, enferma y alterada porel desorden que el pecado causó en la naturaleza humana: la segunda perte nece al orden de la redención y la reci- bimos abundante, perfecta y armónica, con la armonía divina que la redención puso en lo que había desordenado la culpa. Conviene distinguir bien aquí el orden de la creación y el de la redención, por- que cada uno de ellos es para el hombre fuente y origen de una vida distinta. En el orden primitivo de la creación parece que no fué así, porque Dios comunicó á nuestros primeros padres una doble vi-
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