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o AU le perdona sus maldades, y el reato de sus culpas, y la pena temporal y eterna que había merecido en tantos años de mala vida: y absolviéndolo de de culpa y pena, con absolución general y con indulgencia plenísima de todo, premia además la humilde y valerosa confesión de aquel penitente, dándole la gloria del paraiso. Hodie inecum eris in paradiso. No puede darse mayor contraste entre la cortedad y encogimiento con que el ladrón pide,*y la generosidad y largueza con que Jesucristo concede. Dimas no pide más que un recuerdo á Cristo, cuan- do esté en su reino; y Cristo le ofrece el reino mismo, y un trono en él. Dimas no pide más que el perdón de sus culpas; y el eterno sacerdote le otorga el perdón de sus pecados, y la condenación de la pena merecida; y encima le dá el cielo, diciéndole estas palabras regaladísimas: En verdad te digo que hoy vendrás conmt- go al paraiso (1). 1) Luc. XXIIT. 43,
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