BCCPAM000540-3-36000000000000
a redimida con la sangre que estás ver- tiendo en esa cruz. Yo te confieso por Redentor del mundo, te adoro como á Dios omnipotente, te reconozco por mi Juez eterno, y te venero por Sacerdote sumo, que puedes atar y desatar las cul- pas en la tierra y en el cielo. Perdóna- meélas, pues, Salvador mío, y acuérdate de mí cuando estuvieres en tu remo! A esta humilde coufesión del ladrón penitente, contesta el Sacerdote eterno con la absolución más completa que se dió en el mundo: Hoy serás _conmigo en el paraíso. Aquí habla Jesús como Pontí- fice sumo á quien el Padre dió potestad para absolver y condenar de tal suerte, que lo que Él perdona en la tierra, per- donado queda en el cielo; y lo que El ate en la tierra atado quedará en la tierra y en el cielo. Usa aquí Jesucristo de su po- der sacerdotal, absolviendo graciosamen- te al buen ladrón de sus culpas y de la pena por ellas merecida. No le dice, co- mo á la Magdalena, perdonados te son tus pecados; (1), le dice mucho más: 1) Luc. VIT, 48,
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz