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— 30— Y ¿es posible que haya dicho eso? ¿No babremos entendido mal? Al romper Cristo en la cruz su divino silencio, ¿va á ser para pedir por sus verdugos? Es esto creible? ¿Su primera palabra no va á ser para su Madre, ni para probar su inocen cia, ni para disculpar á sus apóstoles, ni para consolar á su amante y afligida Magdalena? Su primera palabra va á ser para interceder por sus martirizadores” Es posible? ¿Que has dicho, divino Maes- tromío?—Padre, perdónalos? —Oh pala- bras verdaderamente divinas! Oh bondad soberana! Oh paciencia inefable! Oh mansedumbre infinital Oh fortaleza in- creada! Oh misericordia inmensa! Padre, perdónalos! Superan tanto esas palabras á la capacidad de toda criatura, que la razón humana pudo decir con verdad por boca del impío Rousseau: ““Si la muerte de Sócrates fué la muerte de un filósofo, la de Cristo fué la muerte de un Dios!,, Esa plegaria del Redentor moribundo lleva consigo el sello de la divinidad. Se le ha pedido que baje de la cruz en prue- ba de que es Dios, y El dá una prueba

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