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— 18 gar por el pecado de Adan; pero como no fué el ángel quien pecó en la tierra, sino el hombre, parecía justo que fuera la naturaleza humana y no la angélica la que pagara en la tierra su merecido. Además, el ángel estaba tin incapacita- do como el hombre para satisfucer por la culpa de éste; porque como su pecado tenía en sí malicia infinita, y era infinita la ofensa que había hecho á Dios, y por otra parte el mérito de todos los ángeles es finito, no podía haber compensación entre una injuria sin límites y una satis- facción limitada. Pues, entonces, ¿de qué medio se valdrá el Creador para redimir al hombre preyaricador y caído? Ah, Se- ñor! lo que no pudo sospechar el ángel. lo que no cabía en entendimiento huma- no, eso quiso hacer Dios para redimirnos: Determinó humanarse; determinó jun- tar la naturaleza humana con la divina en la segunda persona de la Trinidad heatísima; determinó que su Verbo eter- na se annarnana, uniándaso óú Lo nmotinaoLo za humana con tan estrecho vínculo de unión, que de ella resultara un verdade-

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