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0 diencia y el amor, serás señor de tí mis- mo y rey de la tierra: el día que pierdas ese título de tu soberanía, quedarás es- clayo de tus pasiones, siervo del demonio y heredero forzoso del infierno. Y efectivamente, en el instante mismo en que nuestros primeros padres, mal aconsejados por la antigua serpiente, desobedecieron á Dios y se rebelaron con- tra El, todos los seres de la creación que les estaban subordinados, se levantaron en rebelión contra ellos ó desconocieron su dominio y le negaron la obediencia, Y la tierra trocó sus flores para el hom- bre en abrojos y espinas; los animales huyeron de él ó le acometieron enfure- cidos; el mar lanzó contra él sus olas tempetuosas; los montes cubrieron de fragosidades y malezas sus altas cum- bres, para atajarle el paso; los reptiles es- cupieron contra él su ponzoña, y no hu- bo criatura en este mundo visible que no negara á su rey el tributo que este había negado al Creador de todos. Roto su cetro y perdida su corona, el hombre perdió con ella el derecho á la gloria,