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— 318 >a. y por esta cáusa exigió Dios al hombre el sacrificio de la obediencia á su ley eterna, y el servicio voluntario que lo hiciera merecedor de galardón infinito, á fin de que la felicidad perpétua de la gloria la debiera el hombre á sus propios méritos, la cual sería el colmo de la di- cha y de la grandeza humana. Con este objeto creó Dios á nuestros primeros padres y los puso en aquel pa- raiso deleitable y en aquel estado de ino- cencia, del cual apenas podemos hoy for- harnos una remota idea; dióles el seño- río del mundo visible y loshizoreyesde la tierra; pero como Dios no puedeabdicarsu eterna soberanía. ni enagenar el dominio absoluto (que como creador tiene sobre to- das las cosas, cuando constituyó al hom- bre señor y rey de la creación terrena, fundó el título de esta realeza en la suje- ción del hombre mismo á laley divina, en la obediencia de la criatura á su Creador, ¿sto quiere decir que el destino del hom- bre en la vida presente era ser rey tribu- tario, de tal suerte, que en su tributo de amor y obediencia á Dios estaban fun-
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