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— 111— latras; Amós entre los pastores y Mala- quias en las gradas del templo; todos los Profetas de Israel y todos los Patriarcas de la antigiiedad detallaron sus pasos sobre la tierra, y profetizaron desde su nacimiento entre dos animales, hasta la hiel y vinagre que le darían en la cruz. Cristo, pues, abarcó con su divina mira- da las profecías de cuatro mil años; fué confrontándolas minuciosamente una por una con su vida mortal y su pasión afrentosísima; y al ver que todas las fi- guras estaban realizadas y todas las pro fecías cumplidas, como verdadero Dios w Redentor del mundo, que sabe lo que dice, exclama: Consummatum est, Después de confrontar el libro de las profecías con su propia vida, y ver que nada de cuanto vaticinaron los profetas quedaba por cumplir, la víctima divina levanta sus ojos al cielo para preguntar al eterno Padre, si su justicia está satis- fecha, ó tiene aun más que padecer por la redención: del hombre: y por toda res- puesta ve en manos de la justicia la ba- lanza en que se pesan los crímenes del

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