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— 101 — que estaba Ei padeciendo para salvarlos. Por eso exclama: Sitio, tengo sed. Al decir esta palabra, tendió Cristo su divina mirada por toda la extensión de la tierra y por toda la sucesión de los si- glos venideros; y vió pasar alrededor de su cruz generaciones impías, pisotean do su sangre, y haciendo alarde de ello, Vió muchedumbres enloquecidas, profi- riendo blasfemias, eseupiendo al cielo, y desafiando á la justicia divina, hasta que cansada ésta de sufrir, los barría con el soplo de su ira, para precipitarlas en el abismo. Vió á la heregía, devo rando los hijos de la Iglesia, como de- vora la serpiente las avecillas de un ni- do, antes que puedan volar. Vió al anti clericalismo actual, robándole hipócrita- mente las almas y las naciones católicas, empezando por la guerra al religioso y acabando por el odio al Crucifijo, al cual han arrojado de la escuela, para que no dirija los pasos del niño inocente sobre la tierra; lo han arrojado del taller, para que no aliyie las fatigas del obrero; lo han arrojado del hospital, para que no A a es em A A PP AA AA A SE A do

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