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— 100 mundo con esta palabra, porque además ph de la sed corporal que era muy grande, y padecía entonces Jesús otra sed espiri tual insaciable; sed de almas, sed de | nuestra salvación, sed de padecer más por nuestro amor, sed de que nos apro vechase su sacrificio, sed en fin de nues tra santificación; peru sed que le devo raba el alma. Y si es difícil ó imposible apreciar el tormento que le causó la sed | 0 física y material, más imposible aún es formarnos idea de esta sed que padecía en su espíritu, originada de la intensi dad de su amor. El amor del Redento ¡ á las almas que estaba redimiendo, no se parece á ningún amor del mundo, admite comparación más que con el 50 amor del Creador, sacando de la nada all á sus criaturas. Aquel amor era en el 1d corazón de Jesús crucificado á manera iN : ; Ml de un volcán ardiente, ó de hoguera in- extinguible que abrasaba su alma en sed de nuestra salvación; y esa sed la aumentaba el conocer que muchísimos desgraciados no se aprovecharían de su SR y se condenarían, á pesar de lo | PUCH, >
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