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a —68— nes; si damos este primer paso, las riquezas del ‘amor de todo un Dios se nos van descubriendo con una suavidad que nos estdsia, llevindonos de una luz en otra, hasta introducirnos en el retrete mas escondido de la caridad divina. {Qué impor- ta que nuestro corazon se haya revolcado en el cieno de los vicios? ;Qué es toda la malicia de to- dos los hombres juntos comparada con la bondad y el amor del Corazon de Jesus? Basta corres- ponder 4 la gracia celestial y detestar las culpas anteriores, deseando amar 4 Dios para siempre, pues al punto el dulee Corazon de Jesus pone en juego todos los resortes de su amor al pecador arrepentido. Desde que el pecador por el dolor y la confesion de sus pecados, de enemigo que antes era, se ha vuelto amigo de Dios, empieza entre él y el Co- razon de Jesus un trato amistoso, viendo este en el pecador convertido una conquista de su amor, que le es tanto mas cara, cuanto le ha sido mas dificil conseguirla, y contemplando aquel en Je- sus al Hijo de Dios, albien sumo, 4 quien tuviera la desdicha de haber perdido por la culpa y que nuevamente posee por los esfuerzos de su infinita caridad. A medida que el pecador va perseve- rando en el amor 4 Dios, va conociendo mas per- fectamente Ja voluntad divina, crece en él el dolor