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; —239— jO dignacion inefable! Consistiendo la alegria eterna del justo en poseer y amar a Dios sin te- mor de perderlo, quiere el Seftor que empiece el hombre 4 gustarla en cierto modo en la vida pre- sente, viéndolo por la fé, y poseyéndolo por la caridad, sin que le quite la paz del corazon aquel temor casto y filial de poder perderlo por la cul- pa: porque este mismo temor santo lo hace cada dia mas humilde y le obliga 4 estrecharse con su objeto amado, como se abraza el nifo tierno con su madre, cuya leche lo mantiene, cuyo cariiio lo nutre, y sin cuya asistencia pereceria, esperando con certeza en la palabra divina que le asegura queel que empezd la obra de la santidad con su gracia, la perfeccionard. (1) {O Dios de bondad! 4No es esto una bienaventuranza anticipada? ,N6 es esto lo que hace decir al alma justa, atribula- da y perseguida por el mundo, que esté lena de consuelo y rebosa de gozxo en las tribulaciones? (2) Pues bien: toda esta alegria se halla depositada enel Corazon de Jesus, estando escondida alli para los pobres de espiritu, para los humildes, remunerando con su amor el é6dio de los malos y con su gozo las tristezas de las adversidades. Y se vé claramente en las palabras de Jesus que, al quitar de los corazones de sus discipulos el (1) Philip. cap. 1. v.6. (2) 2.4 Cor, cap. 7. y. 4,

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