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* —124— jqué compasion le causa la suerte de aquellas al- mas, cuyos cuerpos han de resucitar, no para ser semejantes 4 Jesus glorioso, sino para ser preci- pitados en el fuego destinado 4 Satands y sus se. cuaces! Pensemos, por tanto, que habiendo Jesus Horado de compasion por las almas que se pier- den por su propia culpa, no entremos nosotros en el nimero de estas desgraciadas: correspondamos 4 la ternura con que da su gracia a los pecado- res, con un dolor intenso de haberlo ofendido, con un propésito firme de nunca mas pecar, y de sa- tisfacer con frutos dignos de penitencia 4 la jus- ticia divina ofendida. MAXIMAS. Es doctrina comun de los santos, que todos te- nemos una pasion dominante, que es como la hija predilecta del amor propio, y el centro 4 donde van-4 parar todas nuestras acciones. Si quere- mos que Jesucristo nos mire con compasion, es necesario que extirpemos de raiz esta pasion do- minante: y para conseguirlo, debemos hacer cada dia el examen particular que consiste en ver cuantas veces nos hemos dejado arrastrar de aquella, prometiendo al Seiior enmendarnos.
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