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—123— : grimas de Jesus al acercarse 4 la tumba de La- zaro, que es la imagen del pecador muerto a la gracia divina, hediendo por sus abominaciones y causando horror 4 los angeles? gQuién no se con- mueve, al saber lo que pasa por el Corazon de Je- sus, cuando contempla el cariiio con que ha tra- tado 4 Jerusalen, la ingratitud con que le ha pa- gado y los males que la han de sobrevenir por su rebeldia? “Si conocieras ti, dice, siquiera en este dia lo que puede atraerte la paz: porque jay! vendran tus enemigos, y te sitiardn, y te destrui- ran, porque no has querido conocer el tiempo de tu visitacion. (1) Apenas ha dicho Jesus estas pa- labras, prorumpe en amargo llanto. {O amabilisi- mo Redentor! Ya que vé que el derramar su san- gre es infructuoso para el pecador, que no quie- re aprovecharse de su precio infinito, tiene el consuelo de llorar 4 mares tanto abuso de una li- bertad dada para mejores fines y convertida por nuestra malicia en instrumento de la ruina eter- na del pecador. Jesus conoce perfectamente la belleza de nues- tras almas: con su muerte nos ha merecido todas las gracias necesarias para sufrir con paciencia las dolencias corporales, y la resurreccion de es- tos cuerpos caducos 4 una vida inmortal. jAy! (1) Lue, cap. 19. v. 43.

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