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—119— no, el dominador del mundo, el admirable, el Con- sejero, el Dios, el Fuerte, el Padre del siglo futuro, el Principe de la paz. (1) jCuanta grandeza, cuanta gloria y felicidad! Y sin embargo, cuando esta sabiduria eterna con- versa con los hombres, se conmueve, se estreme- ce, se turba, exhala profundos suspiros, gime y prorumpe en amargo llanto. {Qué misterio es és- te? {Qué tiene que ver la felicidad eterna é ina- lienable con la tristeza y la turbacion? ,Qué ar- monia hay entre la grandeza de Ja magestad y Jos sollozos de la miseria? ~Cémo el que oye sin cesar los acentos inmortales de los Serafines, sus- pira y llora como los desgraciados seres, que sou victimas de la muerte? ;Ah! Dios, que wne lo in- fimo 4 lo sumo, y lo humano 4 lo divino, no se ha desdenado tener un Corazon, donde residen todas las grandezas que le son esenciales é in- _natas como seiior y rey de los siglos, y todos los sentimientos propios de un padre, de un amigo, de un hermano: y como son estos los titulos con que se presenta 4 los hombres, toda desgracia lo mueve a compasion, turbandose con los atribula- dos, condoliéndose con los tristes (2) y llorando con los que lloran. (3) {De qué modo tan inefable une Jesus toda la (1) Isai. c. 9. v. 6. (2) Luc. c. 7. v. 13. (3) Joann ec. 11. v. 35.
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