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—115— nar en su censuraal que lo permite: (1) y por fin, resuelve vender 4 su maestro por el precio que quieran darle, como si fuera la cosa mas vil del mundo. (2) ; Todo esto lo vé Jesus. {Sera posible que dia y noche, en los viajes y en el descanso, en la ora- cion y en la mesa, tolere Jesus 4 un apdstol im- pio, inerédulo, ingrato, ladron, sarcastico, murmu- rador, traidor y deicida? ;O longanimidad divina! i6 perversidad humana! Por tres aos Jesus da la gracia 4 Judas, y este la desprecia, aquel lo “ama y este lo édia, aquel le dice Ja verdad y este no la cree, aquel lo mira con carifo, y este a él con horror; lo halaga con favores, y recibe ultra- jes, y cuando de aquellos labios de lirio, que des- tilan preciosa mirra, (3) ha salido la palabra mas suave, que haya dicho Dios 4 los mortales, lla- mandolo amigo, (4) los inmundos y execrables de! traidor han dado la setial de su pérfida entrega. A este extremo llega la longanimidad del Cora- zon de Jesus con todos los pecadores. Pensémos- lo sin cesar: meditemos la bondad, con que nos to- lera, y consideremos que no solo perdona las culpas, sino que concede d los penitenies el reino celestial, (1) Ibid. cap. 12,v.5 (2) Math. cap. 26 v.15. (8) Cantic. Cap, 5. ¥. 13. Pi Math, cap. 26. v. 50. : 9

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