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—110— : tros hombros. Quiso Dios que el hombre loama ra con todo su corazon, con toda.su alma y con todas sus fuerzas: y para que lo cumpliera, lo adorné.con su gracia y le dié una ciencia subli- me, mostrandole los bienes y los males, para que, viendo la caducidad de los objetos materiales, que lo rodeaban, no pusiese en ellos sus deseos, sino que se elevase por su contemplacion al Ser divi- no, 4 quien habia de ver y de cuya presencia go- zaria en la vida futura, en que entraria sin cono- cer la muerte, pues salié de la nada, para ser in- mortal. No paré aqui el amor infinito de Dios, pues, despues de haber perdido el hombre por su cul- _ pa todos los bienes sobrenaturales, que Dios le concediera gratuitamente, y haber quedado heri- do é inficionado en su naturaleza, todavia tuvo el Seiior la bondad de prometer un remedio divino, que curase la llaga horrenda de la culpa original y la borrase, reanudando la amistad entre el cie- lo y la tierra, destruyendo Ja muerte y abriendo de nuevo las puertas del cielo; y tampoco entonces exigié del hombre otra cosa, que “el aimor 4 su Dios, la fé en sus promesas, el dolor de sus pe- cados y la obediencia 4 sus preceptos. Todo esto prometié Dios y lo ha cumplido: y entre tanto, son tan enormes los abusos que hacemos de sy
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