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Bs rae _ la materia virginal y purisima, de que fué toma- do, y 4 la perteccion con que lo formé el Espi- ritu Santo. — {Qué dolor no sufre Jesus en ed azotes? {Qué tormento en las espinas? ;Qué convulsiones en la crucifixion? {Qué amargura en tantas afrentas? jO mansedumbre inefable! Despues de haber pa- decido una noche y un dia, despues de haber puesto en él sus manos sacrilegas mil enemigos, a cual mas encarnizado, quienes aumentan su furor, cuanto mas se prolonga el padecer, léjos de salir de los labios de Jesus una palabra de queja, bro- ta de ellos un volcan entero de amor, suplicando 4 su Padre en alta voz que les perdone, pues no saben lo que se hacen. Esta es la queja, que el mansisimo Jesus reservaba para un juez inicuo, para unos enemigos implacables, para unos sol- dados brutales y unos verdugos sin piedad. O Jesus mio, estoy confuso y avergonzado al ver tanta mansedumbre. El hierro horada tus manos, y el clavo taladra tus piés; y en vez de hablar de tus heridas y quejarte de las espinas, solo pien- sas en alcanzar gracia para tus perseguidores. jCémo queda confundida mi arrogancia junto 4 tanta y tan divina mansedumbre! ane

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