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ite otro que, incrédulo desde el principio, tenga el corazon ocupado en proyectos diabdlicos. (1) ‘Siguenle tambien por todas partes unos enemi- gos perversos, astutos y mal intencionados, que _ no se acercan 4 Jesus, sino para tentarlo; ni oyen su palabra, mas que para armarle lazos, persiguién- dolo, calumniandolo, é intentando despeiiarlo, ape- drearlo y echarle mano para matarlo. {Serd posible que en una alternativa tan con- tinua y varia, que no cesa en tres allos y medio, deje Jesus aquella mansedumbre pacifica con que acoge a cuantos se le acercan, y responde 4 los que le dirigen la palabra con humilde y sin- cera intencion? ¢Ni una sola vez en tanto tiempo de predicacion se le vera airado, alterado 6 eno- jado por las impertinencias de los ignorantes 6 las ficciones de los malvados? jAh! No: Jesus ha tomado sobre ‘si nuestras enfermedudes, (2) y con la misma mansedumbre sobrelleva las ignoran- cias de sus amigos y las malicias de sus adversa- rios, no habiéndose hallado engaio en sus labios, pues cuando le maldecian, no maldecia; padeciendo, no amenazaba: mas se entregaba d& quien lo juzgaba injustamente. (3) Llega 4 tal extremo esta mansedumbre, que (1) nk (2) Isai. cap. 58. vy. 4. (3) 1.° Petri. eap. 2, v. 22. s ae abe ; 4 i
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