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a ley de Dios, hemos de pensar que, habiendo me recido mil veces el infierno y estando aun en vida, nos hemos de humillar incesantemente di- ciendo con ‘el publicano: jO Dios, tened piedad de este pobre pecador! Si cada dia lloramos nues- tras culpas, tenemos motivos para esperar ir al cielo: porque el que se humilla, sera ensalza- do. (1) AFECTOS. O dulcisimo Jesus, confieso que he pecado y por eso vos habeis humillado mi altivez; pero yo os agradezcola correccion, pues asi aprenderé vuestras justificaciones. Arrojad de mi, 6 Dios mio, la jactancia del espiritu y aumentad la com- puncion del corazon: disminuid mi soberbia, é ins- piradme la verdadera humildad. [2] Padre nuestro etc. oi el primer dia. (1) Luc, cap, 10 y. 14. (2) &, August, Medit cap, 40,

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