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atoms el Seiior la bondad de decretar que fuese el gé- nero humano reintegrado por la humildad de su Hijo en cuanto habia perdido por la soberbia de su primer padre, dandole en aquel un Redentor, y un maestro y ejemplar, en cuya escuela apren- diese el hombre 4 ser humilde. (1) Manifestése en efecto 4 todos los hombres la gracia de Dios, nuestro Salvador, enseiidndonos que renunciando 4 la impiedad y 4 los deseos del siglo vivamos piadosa y santamente. [2] Es imposible dar una mirada sincera 4 este modelo, sin descubrir al momento el gran tesoro de hu- mildad, que hay en su Corazon divino; porque si bien el Hijo de Dios hecho hombre ejerce todas las virtudes de una manera admirable, la humil- dad sobresale entre todas, como aquella que es el fundamento de la Redencion y que ha de ser, en cuantos lo imiten, el principio de su salud eterna, pues Dios vivifica el espiritu humilde y contrito, [3] confunde al soberbio y da gracia 4 los humil- des. [4] El primer instante de la carrera mortal de este Dios es de tanta humildad, que escede 4 cuanto pueden comprender todas las inteligencias cria- das, no habiéndolo podido explicar la lengua hu- (1) 8, Gregor. M, Lib, 34. Moral. 17. (2) Tit. cap. 2. y. 11. (3) Isai. cap. 57, v.15. (4) 1, Le Peta ai: 5.¥. é.

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