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oe, -para ir sacandolos poco a poco de su estado, y dandoles una ‘ilustracion acomodada a su cl se, por medio de la cual se civili- zasen segun las leyes del cristianismo. El mismo venerable pre- lado, que describia la condicion en que se encontraban los in- dios , decia tambien al Vicario de Cristo la grande y admirable transformacion que iban teniendo: y'se comprende por sus pa- labras cuanto habia hecho ya la Espafia en quince ajios sola- mente por la civilizacion del Nuevo Mundo. Son muy dignas de aa sus sentencias, para ane no las trascribamos. De- cia as -«Los parvulos indios no manifiestan obstinacion contra la fe ortodoxa, como los de los judios y mahometanos: no solo aprenden los decretos de los cristianos , sino que manifiestan ansia de saberlos: aprenden, mejor que los hijos de los espa- fioles; la série de los articulos de la fe y las oraciones acostum- bradas, y retienen cuanto se les ensefia. Son alimentados den- tro ‘de las cercas de los monasterios por clases y secciones y doctrinas, aqui trescientos alli cuatrocientos y wien eet segun la magnitud de las ciudades y aldeas *. No puede darse un monumento mas auténtico, ni un testi- monio mas irrefragable de la admirable politiea de la religion catélica para el gobierno de Jos pueblos. Para extirpar la igno- rancia y los errores en la muchedumbre, mas necesaria es la prudencia que una energia aspera que se dirija 4 plantear en poco tiempo lo que demanda mucho. Era dificil destruir todo eso en los adultos, no solo inveterados en el error de la idolatria, sino incapacitados ya para aprender, ora por’sw edad avanzada, ora porque los habitos campestres y aun selvaticos casi obs- truian el paso & los elementos de’ la civilizacion. Pero lo que a ellos les era, si no imposible , muy dificil, podia conseguir- sé para la nueva generacion: y para eso se abrieroti escuelas de * Carta ya citada del senor Obispo de Tlaxcala.

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