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asa Ge para todos los ramos de ensefianza, los grandiosos estableci— mientos de beneficencia para el alivio de todas Jas Nagas de la humanidad. » mre Todo esto se dijo y se aplaudié celaienintate enla Asamblea de Notables de Méjico del aiio citado, compuesta de doscientas cuarenta personas , tomadas de entre las mas sabias ¢ ilustradas y pudientes de la sociedad, cuya comision encargada de pre- sentar el proyecto del establecimiento de una monarquia, y de probar su necesidad, resumia cuanto habia dicho en estas pa- labras : « Interminable seria la Comision, si intentara enumerar los gloriosos timbres de sabiduria; piedad y munificencia de los soberanos espaiioles. Y ; qué cosa, siquiera semejante, debe- mos a la republica, al decantado progreso , a esa fantastica re- forma, con que atruenan nuestros oidos novadores sin genio y sin patriotismo? O, para ser mas exactos, {cual de estas obras de filantropia , que revelan un verdadero espiritu de adelanta- miento, ha dejado en pié el torrente desolador de ideas inmo- rales?» He ahi una confesion sincera de lo que faé aquella politica paternal de los reyes catélicos, acompafiada de los ayes que arranca al corazon una dicha perdida y sin esperanza de recu- perarla. Y hay que decir que, aquellos dignos representantes de la ex-Nueva Espaiia tenian sobrada razon para llorar sobre las ruinas de.su patria, pues de todo eso que referian en punto a hospitales , hospicios, colegios y casas de beneficencia para el pueblo, poco habia ya en pié, pues la revolucion lo habia des- truido casi todo. Y hay que afiadir que esos hombres ilustrados y sesudos , profundos conocedores de la nacion mejicana y de sus instiluciones antiguas, tienen muchos mas tilulos y mucho mas derechoa ser creidos, que no aquella inmensa y heterogénea turba de aventureros, incrédulos la mayor parte y protestantes muchos de ellos, que fueron a Méjico a la sombra de Don Fer- nando Maximiliano, tan diferentes en ideas como lo eran en na-