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— pueblo es una sentina de discordias : que Sabian que el Papa es el Vicario de Cristo; que la Iglesia es su esposa; que ésta és independiente en su gobierno y en su disciplina de Jas potes- tades civiles; que el clero es el patrimonio de Dios, st porcion escogida, 'y que ellos no podian ni debian obrar con indepen- dencia del Sumo Pontifice en lo que perteneciese ala Iglesia y a sus bisnes, pues eran hijos, no sefores , de fa Iglesia. Cierto es que la Asamblea suponia que el monarca que buscaba habia de ser asi: se equivocd, pero no se equivocd en el juicio que for- mé de los monarcas espafioles , que llevaron & Méjico la fe outs _ fica y sus beneficios. Decia asi: =~ -«Si/alguna memoria, grata como los placeres de la nifiez, queda todavia para la nacion mejicana, ciertamente que perte- nece alos tiempos de la monarquia. Como involuntariamente, en medio de las hondas congojas y de la intensidad de los ma- les, que han sido el triste palrimonio de las Ullimas genera- ciones, volyemos nuestros ojos llenos de lagrimas & esos si- glos, que nuestros tribunos llaman de oscurantismo y (le opre- sion, de grilles y cadenas, y exhalamos de nuestros pechos sus- piros lastimesos tras el bien perdido de la paz, dela abundan- - cia y de la seguridad, que enténces disfrutaron nuestros pre- decesores..... No juzguemos los beneficios de la dominacion espaiiola a la luz de la civilizacion inmensa desarrollada en la primera mitad del presente siglo: la justicia exige que los apre- ciemos conferme a los adelantos de la madre patria en la época que queremos sujetar 4 nuestro examen. Errores de politica, desaciertos de administracion, que hoy, ea post facto, nos pro- porcionan materia para darnos aire de profundos fildsofos ¢ ilustrados censores de nuestra primitiva historia, no fueron culpa, no, de Espafia en su mayor parte, sino de los tiempos que atin no traian consigo la madurez de las ciencias politicas. Esto, no-obstante; ;.cuadnta gloria derrama la inmortalidad so- bre la nacion, seiora de dos mundos que, plantando el estan-