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== céiligo mas sabio,, mas’ humanilario y mas civilizador qué han podido confeccionar los monarcas. Nada prueba esto mejor que los mismos wiubln para quie- nes se dieron esas leyes,'y sobré todo, nada es tan convincente como el amor éntrafiable que tenian & sus soberands. Desde lue- go, no hay ejemplo en la historia, de wna extension de domi- ‘nacion mas vasta , como-la que hay desde el estrecho de Maga- llanes hasta la alla California, ni de una paz tan dilatada como: la que'reind en casi todo ese trayecto inmenso por espacio de trescientos anos. Y, {cémo no la habia de haber? Pasados’ los primeros afids’del deseubrimiento y la conquista de aquellos continentes , en los cuales ningun monarca, por sabio que fue- se, podia evilar que se Cometiesen por los nuevos moradores algunas injusticias , cuales son aquellas que se cruzan’ énire el fuerte y el débil, las cosas pitblicas entraron en el Onteer natu dy npr Peres ic i Los ‘Reyes Catdlicos declararon en cien pragmaticas , que: aquellos habitantes ganados en pocos afios a la fe de Jesucristo, eran sus hijos; y para demostrarlo , no solo prohibieron la es- clavilud aque los’ redujeron algurios hombres de corazon éntre- gadoa la avaricia, sind que dictaron /providencias que arregla- ban*euales eran 108 trabajosa que los indios debian ser dedi_ cados; cuantas las horas de ocupacion laboriosa que habian de tener; cual era ‘el minimum del salario que fabian de ganar, y cual el modo que se habia de observar ‘para su cobranza, y la intervencion que habia de‘tener la autoridad local ‘para aie na- die‘los engafara. ‘Adeinds'; la raza indigena no pagaba contribuciones ni ga- belas’, excepto una pequefiez que el cabeza de familia daba por’ toda ella: tefia, &@ mas de esto, libertad para comerciar , sin que se le*pusiesé¢ ninguna imposicion por ello; y por fin, hasta en materias de disciplina de la Iglesia, los*FeVes “impetlraron para esa raza exenciones y privilegios, conio era’ el de no éstar Tomo n. ‘ 5

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