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nn Seat 2 OI Tce a6 CRTC feroces y aguerridos de los nuevos continentes, quienes tan solo, despues de batallas muy refiidas , doblegaron su cerviz 4 los que llegaban del naciente del sol. Tambien fué indispensa- ble oponerse con brazo fuerte 4 los desmanes de algunos de los que, tan pronto como vieron franco el camino para pasar 4 re- giones, que se llamaban auriferas, volaron a ellas 4 saciar su codicia, y no miraron mucho 4 los principios de justicia, para abusar de los vencidos y sujetarlos 4 sus caprichos irracionales, como si fueran esclavos. Por lo mismo, hubo que mirar mas principalmente por la suerte de los pueblos descubiertos , los cuales estaban sumidos en la ignorancia mas estipida, y profe- saban una idolatria tan cruel é inhumiting Awe aes sé- res humanos 4 sus idolos, En este punto fué donde mas brillé la abhi politica de los Reyes Catdlicos, cuyos desvelos fueron y son casi inenarrables. Pero dirémos algo, entre mucho de lo que apénas ha sido co- nocido por espacio de tres siglos, y aun hoy dia, no se ha pu- blicado lo bastante para que todos lo sepan, que és la civiliza- cion de las Américas por el catolicismo, que Hevaron a ellas los sacerdoles protegidos por los reyes , amparados por las autori- dades, y ayudados por sus compatricios. La legislacion de las Indias , en todo lo que concierne a esos tres puntos, esta basada foda ella en los prinéipios eternos del derecho naturaly divino, y no tiene otro fin, sino la propaga- cion del Evangelio, el lustre de la religion, la dicha y felicidad de los hombres. Dejemos aparte algun lunar, que podra enicon- trarse al traltarse de asuntos de Iglesia, par habersé tomado los’ legisladores mas tarde algo mas delo que les competia, y atribuido a sus delegados facultades exageradas que no se les habian otorgado por la Iglesia. Pero, entre tanto, en pun- to a procurar el verdadero bien del pueblo, y 4 proporcio- narle los medios dé ilustracion adecuados 4 las circunstancias, y ddispensarle toda la proteccion necesaria , esas leyes forman el *