BCCPAM000539-2-03000000000000

época, era el resultado de la sana politica de los reyes catdli- cos. La instruccion sdlida, la administracion constante de jus- ticia, el amor y respeto a la Iglesia, y principalmente a su cabeza visible, la observancia de las leyes eclesiasticas por los sacerdotes de ambos cleros, que promovieron con tanto celo, no podian ménos de dar frutos abundantes y sazonacos, y los dieron en efecto, granjeandose con ellos un renombre inmortal los soberanos y sus subditos. Para consolidar una monarquia, fraccionada por espacio de siete siglos 4 consecuencia de la invasion de los arabes: para hacer de tantos reinos menores ua monarquia compacta, era necesario un monarca dotado de un corazon firme y recto, de un entendimiento despejado y perspicaz, de un juicio sdlido y profundo, y de un animo noble, generoso y amante de la justi- cia, y dichosamente se encontraban estas cualidades reunidas en los Reyes Catolicos ; y se puede decir que, en este particular, pocas veces se han unido en santo enlace dos personas tan iguales como D. Fernando y Dofia Isabel. Fueron ellos los que unieron a todos los espafioles bajo un mismo cetro, bajo el mismo cetro que empufiaba D. Rodrigo antes de morir en la batalla campal contra los moros en las aguas del Guadalete, y podemos decir que hicieron esa obra gloriosa por medio de un reinado, que fué el de la religion y la justicia. Para extinguir tantos elementos de combustion como habia por la existencia simultanea en sus dominios , de judios, de moros y de cristianos: para descubrir y castigar las arterias solapadas de los primeros, reprimir los conatos de insurreccion de los segundos, y obligar a los tereeros 4 que se acostumbra- sen 4 una vida morigerada y laboriosa, fué necesaria toda la prudencia y energia que debe tener un soberano para resolver un conflicto. Este conflicto era enténces habitual ‘y permanente: pero los Reyes Catélicos lo resolvieron y lo vencieron. Para lograrlo, dieron 4 los tribunales la autoridad y vigor

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz