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eu ciones queen:Bepaia, no solo entre gentes campestres sino en- tre las-cullas : las mismas que no referimos, porque no presente cen al objeto que nos hemos propuesto *. rE : Vamos a nuestro propésito, y con relacion a él, vodaines que, en la época de los Reyes Catdlicos, no habia ménos fer- mento de insubordinacion en el pueblo, de inquietud en los grandes y en los feudos, y de disipacion en las clases privile- giadas , ni ménos ilustracion en el clero, ni mas autoridad en los soberanos, en Francia que en Alemania, y en Inglaterra que en Espaiia y Portugal. Pero tambien podemos afirmar que, { Aunque nos abstenemos de referir las creencias supersticiosas que estan vigentes hoy mismo en esas naciones, que se glorian de que campean entre las primeras por su ilustracion, no podemos ménos de referir dos de aquellas, las cuales no eran conocidas en Espana hasta hace poco tiempo, en que las ha introducido el trato diario con los extranjeros. La primera es, la dé no comer en una misma mesa trece personas , porque la creencia supersticiosa dice que alguna de las trece ha de morir dentro del aio: esa originalidad , que sin duda recuerda que eran trece losde la ultima cenade Cristo, habiendo muer- to uno de los trece, Judas, y nada ménos que ahorcado, no se conocia en Espafia. La ‘segunda es que en ciertas naciones, y que por cierto se tiénen por las primeras en filosofia, creen que si alguno estando co- miendo derrama el salero, tiene ya en ese lance anunciada alguna desgracia que | Je ha de acontecer muy pronto. En prueba de esto diré- mos, que habiendo notado que en los grabados que representan la cena de Leonardo Vinci, en cuyo cuadro estan los Apéstoles todos 4 la vez diciendo a Jesucristo : ;Soy yo acaso , Senor , el traidor? esta pintado Judas dicieindoés0 nism ;; pero al extender su brazo, derra- ma la sal echando 4 rodar el salero por la mesa. No podiamos persua- dirnos de que Leonardo Vinci creyese en esa supersticion: y en efec- to, habiendo visitado la ciudad de Milan donde esta pintado el cuadro original , y visto que alli no existe tal ocurrencia del salero y de la sal , preguntamos la causa de esa adicion en los grabados , y se nos contesté qué habia sido un aleman, quien habia afadido en el cobre de su grabado lo qué nd constaba en el original de Leonirdo Vinci. Pues bien, esa supersticion todavia no es conocidaen Espana.

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