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= mismos principios de justicia, de equidad y de reetitud, en la ley natural, en la escrita, en la evangélica; pero mejores, no.’ - La bondad y la perfeccion de la politica la hemos de buscar en la legislacion y en los hechos de los legisladores, que dan sancion justa a Jas leyes, noen los actos de los subordinados, que facilmente corrompen el espiritu de la ley, torciendo a fines particulares é interesados lo que ha sido establecido para pro- mover y conservar el bien de la sociedad, y aun resisten abiertamente a la misma ley, esperanzados en que no pudien- do llegar sus infracciones 4 conocimiento del soberano, pasa- ran inadvertidas ante él y ante el pablico, y ellos cubiertos con un manto de legalidad farisaica, 6 filosdfica, cual es la que por desgracia liene hoy dia mas partidarios entre los hombres: pues en realidad, son muchos los que constituyen la justicia y la hombria de bien en procurar que sus amafios y sus rapifias tengan la legalidad criminal de no poder ser deseu- biertas. Ni tampoco hemos de examinar la bondad de las leyes en el cambio, 6 en la derogacion, 6 anulacion, que tienen con el tiempo muchas de ellas : porque la materia de toda ley dada por los hombres en asuntos gubernativos puede ser transito- ria, y si sobrevienen nuevas circunslancias 6 complicaciones, ocasionadas por acontecimientos imprevistos, la sana politica exige que se derogue en parte, 6 se anule del todo; pero en ese caso, si desaparece la materia de la ley, queda siempre en pié el fin recto que tenia, y mucho mas el principio de monde di- manaba, que era la justicia, la rectitud, la verdad.: ¥ esto es precisamente lo que caracteriza la politica de los reyes de nuestra patria, desde los tiempos de Recaredo hasta los modernos, desde el cédigo del Fuero-Juzgo hasta el de las Partidas y las Novisimas Recopilaciones de Espaia y de las In- dias. No queremos ni podemos hacer un examen minucioso de todas las leyes que tienen relacion con los tres objelos princi- pales de la politica, que son la gloria de Dios , dispensando pro-