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SRILA SARE LS ee RE RA meres scan ne de un rey apéstata, existia la otra personificacion moral repre- senlada en su esposa Catalina, quien al ser lo que era, y al dar tan herdicos ejemplos de virtud, y sobre todo, de respeto, de amor y de sumision 4 un marido que la ultrajaba y perseguia, demostraba, no solo que era una catdlica ferviente, sino tam- bien’ que era la hija de Fernando de et a oe Isabel de Castilla. aid _Y por cierto , nadie ignora.| lo — estos saa aidan cuando su mismo renombre lo dice. Son el reverso de la meda- lla de Enrique de Inglaterra y de su hija Isabel: ellos son Ja raiz de donde partié el celo, que por espacio de tres siglos did valor4 sus sucesores; para combatir contra los imponderables conatos de las naciones protestantes para traer a Espaiia , y lle- var 4 sus dominios ultramarinos con sus paquetes de m rcan- cias, sus errores delestables : ellos representan a los monarcas que ponen al frente «le sus empresas la cruz del Salvador , para no faltar en elias 4 la justicia y ala religion: 4 los reyes, que ~ reconocen que su poder les viene de Dios para el bien. temporal de sus vasallos, sin que lo tengan para regir y gobernar la Iglesia: 4 los reyes que creen y profesan que Cristo: hay dadoa su Vicario potestad para ensefiar 4 los reyes y corregir .sus yerros,° y le rinden el homenage de respelo y veneracion en todo caso: y quienes , aun cuando le manifiestan Jos abusos que, por la incuria de los tiempos y por la miseria de las pasiones humanas, se stelen introducir en Ja clase sagrada, en los mi- nistros del templo, y 4unentrelos primeros pastores; sommo- derados en sus palabras, y hablan»con el, Vieario de Cristo como hijos sumisos , no como monatcas orgullosos. He ahi lo que representan en sus hechos y en sus doctrinas los reyes ca- tolicos Fernando 6 Isabel. No es extraiio , por tanto, que el odio del protestantismo hacia estos reyes sea inveterado : esa antipatia no tendra nada de justa, ni de arreglada a la ley divina: pero alo ménos es