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; = Sf ar les ensefia que debe ser asi. Pero, volviendo & 10 que hemos dicho ya, sobre la mayor perfeccion de la politica, segun sea esta mas conforme con los preceptos de la ley de Dios y los del Evangelio, tenemos que afirmar, y afirmamos, que la politica del protestantismo tiene que adolecer de dos vicios , cuales son, la tirania 6 la mala libertad, resullando uno y otro de los prin- cipios falsos de la reforma protestante, y sobre todo, de la doc- trina errénea del origen de la soberania en la voluntad del pue- blo. Un conflicto habitual entre el pueblo y el soberano, tiene que dar este resultado: 6 el rey se empefia en sostener que la soberania viene de Dios, de quien é! es un ministro, segun nos dicen las sagradas Letras ‘, resisti¢éndose a ello el pueblo, y enténces tiene aquel que usar de la fuerza para reprimirlo, y de medios poderosos para debilitarlo y sujetarlo , 6 consiente en que la soberania resida en el pueblo, y enténces tiene que escogitar todos los medios para contentar a las masas y tener- las 4 su devocion, para que no lo derriben de un puesto , cuya dignidad y prerogalivas reconoce en aquellas. , Qué concesiones ha de hacer al pueblo en ese caso? La libertad, esa libertad cuya raiz y origen existe en las doctrinas del protestantismo, esa mal entendida libertad de poder hacer cada hombre lo que quiera, pensar y publicar lo que guste en punto a religion y moral, sia que ninguna auloridad tenga derecho a corregir sus errores y castigar sus blasfemias. No es este el lugar de probar, que de ahitraen su origen las llamadas instituciones de la politica moderna: pero’, debemos decir que la politica del protestantismo ha caido a la vez en es- | tos dos extremos , miéntras la catolica se ha sostenido por norma habitual en el justé medio, no negando a los pueblos la liber- tad santa y racional que la religion ensefia y la luz natural dic- ta, y no usando de la represion y de la fuerza, sino en casos ! Sap. cap. VI. v. 5.

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