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— gs humana; y el hombre no podia saber Ja existencia de esa autori- dad, ni el fin para que se instituia, si Dios no selo revelaba, pues eraese e! ultimo resultado de la Encarnacion del Verbo divino. Coliimbrase ya la diferencia entre esta potestad yla secular para la ordenacion dela sociedad humana: asi como el modo de la institucion de la potestad e la Iglesia es de érden sobrena- tural, 4 cuyo conocimiento no podia llegar el hombre sin las lu- ces dela revelacion, asi el conocimiento de lo justo, recto, or- denado y necesario qué es, que haya en la sociedad humana potestades que la’rijan y gobiernen , no pertenece al érden’so- brenatural de Jas*cosas, por cuanto la razon humana lo conoce sin necesidad de una revelacion especial. Pero, porque la razon humana conozca esto; porque los hombres pongan en practica lo que les dicta esta misma luz natural, estableciendo magistrados que los juzguen y reyes que los gobiernen: porque se haga todo esto para ordenar la sociedad, ; podrémos decir que todo eso es de derecho humano, y que la autoridad que ejerzan esos ma- gistrados y esos reyes: no tiene un origen divino? De derecho divino ‘es esa autoridad, y para que nolo fuese, era preciso que el hombre debiese asi mismo su existencia y su razon: esa autoridad viene de Dios, y de solo Dios, y no puede venir de los hombres. Porque hay una diferencia inmensa entre conocer _ por Jas luces de la razon, que debe haber potestades que go- biernen, y entre dar la autoridad para ejercer esa potestad: 10 primero pertenéce a la naturaleza racional, cuya propiedad es entender y conocer que en el érden social no. puede haber un cuerpo sin cabeza, asi como sucede en el érden fisico: pero lo segundo es propio de Dios, solo de Dios, que es el duefio del mundo y de cuantos séres hay en él. Resumiendo lo dicho, deducimos que la pélifiea, tomada estrictamente como la ciencia de gobernar para que la sociedad esté bien ordenada, no es invencion humana, sino una orde- nacion divina, por cuanto todo lo que la potestad secular dis-