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EO RANE AOR CGE NAL it 9G on mas 6 ménos conformes con las reglas de. rectitud, segun el alma siga, 6desprecie, los dictamenes de la razon. Siesta se conforma con las prescripciones de la ley eterna, las acciones de los sentidos son ordenadas: si las menosprecia por seguit los dictamenes d la razon emancipada de lo que prescribe la ley divina , seran desordenadas; es decir, que el cuerpo ani- mado por el alma racional no puede — de accionar, sea la accion buena 6 sea mala. -Y esto cabalmente sucede con la politica y laprtighins aquella es, digamoslo asi, el cuerpo; ésta, el alma. Las ope- raciones d la politica tienen que ser externas, visibles y palpables;) como que han de recaer sobre un cuerpo, que, aunque sea moral en el concepto de ser la union de muchos in- dividuos por ‘los mismos’ vinculos de ‘sociedad racional, es visible y palpable; pero el alma que dirige los movimientos de este cuerpo, tiene que ser Ja politica. Pretender que esta pres- cinda de las luces de la religion para la direccidn del cuerpo so- cial, equivaldria @ empefiarse en que el alma racional se des- pojasé del dietamen de la razon, para dirigir las acciones de los sentidos, lo que es imposible. Vemos, si, que el hombre entre-" gado pertinaz 'y ciegamente 4 los vicios y pasiones carnales, se obceca para no ver la luz de la razon que condena todo des- érden, y se éncallece ‘para no sentir los estimulos dela con- ciencia ; péro ese hombre no se despoja, ni puede despojarse, de aquello que no ha dependido de él el tomar y el retener. La luz dela razon es ‘un sello que Dios ha impreso en ebalina : el hombre podra echar sobre él costras duras dé pasiones y de acciones embrulecedoras ; pero nunca P destruira, nunca se despojara de ésa luz que Dios le did. ‘ Pifes esto acontece respectivamente con la religion y la poli-' ticd:encaminase ésta a dirigir las acciones del ctterpo social, siendo aquella la Juz del cielo que la irradia para que sea orde- nada en todas sus partes: y por lo tanto, la politica no puede