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Se sencia,y reteniéndolo en el mismo edificio de. la Inquisicion, asi como al obstinado en sus errores, hasta que lograse por to- dos los medios posibles. de. lenidad, que se obtuviese wna con- version sincera, 6 hasta que se aclarasen las acusaciones que. hubiese contra el detenido. Y por cierto, que no era tanta la lobreguez de la carcel, como nos la pintan los romanceros y novelistas, pues ha habido en ella algunos hombres, que fue- ron célebres por sus obras literarias, para cuya confecciono les habria quedado fuerza, ni vista, ni humor , si eran tan ter- ribles los tormentos que se les dabam, segun los inventores de, esas patraiias. Citarémos como prueba de ello, el nembre del instruidisimo autor de la obra El Evangelio en triunfo, Don Pablo Olavide , y despues hablarémos de un extranjero tan fa- moso como sabio, pues. aquel y éste estuvieron sometidos al tri- bunal de la fe, el primero en Espaiia,-el segundo en Roma. Como se echa dle ver, el hombre contumaz en sus errores, 6 que reincidia enellos, era detenido por tiempo indefinido en la Inquisicion , donde era tratado como hombre, sin que le faltase lo necesario para la vida, aunque vigilado siempre y¥ custodiado, con el doble objeto de que entrase dentro de si, y no fuese piedra de escandalo para las almas. ; Y hay algo en esto por Ventura , que sea contrario la ley natural , a la divi- na, y al derecho natural del hombre a vivir en sociedad, y al que tiene de pensar , de discurrir, y de hablar? Léjos de eso el derecho natural exige imperiosamente, que los encargados de gobernar al pueblo repriman a los que lo perturban, em- pleando todos los medios conducentes 4 ello, uno de los cuales es separar del trato con los demas al hombre corruptor, que nolo es sino porque es corrompido, y por consiguiente, miem- bro muerto para el bien del cuerpo social. La Iglesia, por lo tanto, obraba en conformidad con los principios de dereche y de justicia, cuando detenia en la Inquisicion alos que predi- caban errores eontra la fe y las eostumbres,