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pe sino que serian ejecutados. La a no tardé en darse , y el martirie empezo. » Casi se niega la pluma a transcribir unas escenas, no Hale ievloientes sino barbaras y hasta repugnantes. Habia entre los martires hombres sexagenarios y septuagenarios, y aun uno de ellos tenia noventa afios : y estos hombres, asi como los de- mas compaiieros , fueron convertidos en juguete de la soldades - ca cruel y soez , divirliéndose ésta por la noche en ahorcarlos con los cordones de que los religiosos iban ceitidos , subiéndo- los y bajandolos, y dejandoles caer con violencia de la viga donde los ahorcaban. Al tormento seguia el sarcasmo y la irri- sion sacrilega ; arrodillabanse delante de los confesores de la fe y de Ja autoridad del Romano Pontifice en actitud de ir & con- fesarse, y en vez de palabras de confesion y de arrepentimien- to, salian de sus bocas sarcasmos contra Cristo , palabras obs- cenas contra la Virgen, y blasfemias contra los santos. Todo esto pasaba de noche; de dia, la irrision era publica, popular, y por plazas y calles , siendo conducidos los martires por és- tas, mandandoseles que cantlaran las letanias y dandoles crue- les azotes, bofeladas y puntapiés , si no levantaban la voz con fuerza. Fueron conducidos a Brila entre esta nube de ludibrios, y, llegado el momento del suplicio , se les obligé antes 4 que hiciesen una procesion al rededor del cadalso, cantando el Te Deum , poniéndoles antes en Jas manos,una lanza, y ademas ramos de arbustos y hojas de lampazo: el diapason de este eantico eran Jas veces descompasadas y vinosas del soldado: el compas, los latigazos y empellones dados 4 los martires. De tal naturaleza fué el viaje que hicieron los diez y nue- ve confesores de Cristo de Corcom a Brila, siendo todavia mas horrible la manera con que se consumé su carrera mortal. La _granja de un monasterio arruinado , fué la ultima etapa de-este martirio prolongado: alli no se contentaron los protestantes con ahorcar a los maelires, sino que los despudaren , los mutila-