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— 142 — tuosamente por los cismaticos , consumandose el acto con segu- res , con puiales, con armas de fuego y con griteria salvage, en la cual sobresalia una sentencia tumultuaria we decia: Mue- rael papista, eb latino. Quisiéramos omitir, por honor de la semlaaidiile el alerie algunas circunstancias relativas 4 los martirios modernos ; pero no debemos hacerlo, en primer lugar, porque por ningun res- peto humano podemos ocultar la verdad; y en segundo, por- que se los guardariamos 4 los mismos que, teniendo tanto por qué callar por estar sus manos empapadas en sangre , no hacen mas que insultar a la Iglesia catdlica, atribuyéndola cosas que no ha hecho , pues conserva tap blancas y tan sin mancilla sus manos , como la blanca tiinica de que la vistid su esposo Jesu- cristo, Asi como hemos pasado ligeramente sobre el estadio de los martires del Océano y de la Helvecia, quisiéramos hacerlo con los de Corcom ; pero tenemos que extendernos algo mas en la relacion de su historia, por hallarse ésta revestida de una ferocidad introducida en las ejecuciones por les reformadores del siglo décimosexto. Este martirio fue asi: Corria el aio del Sefior de mil quinientos selentay dos, cuando ardiendo la guerra de Flandes , suscitada por los protes- lantes, siliaron éstos la plaza fuerte de Coreom , tomandola des- pues de firmada Ja capitulacion, en la cual se estipulaba que . 4 cuantos individuos encerraba, de cualquiera religion que fue- sen, les quedaha libre derecho de vida , de bienes, y de: reti- rarse con sus haberes de la ciudad y fortaleza, 6 de quedarse en ella, Entre los habitantas de Corcom se encontraron diez y nue- ve sacerdotesy religiosos de diferentes érdenes, incluidos como los demas en los articulos de la capitulacion. Pere apénas los hubieron en sus manos los calvinistas , les manifestaroh que, -6 habian de negar la presencia real de Jesucristo en la Euca- ristia y la autoridad suprema del Romano Pontifice, 6 no en- traban 4 gozar del beneficio de la capitulacion como los demas