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399 Y esto mismo esta sucediendo, atin hoy dia, entre los bar= baros del Asia, donde se levanta el tribunal, ‘se interroga al cristiano, se le reconviene, se le halaga, y si persiste en la confesion de la fé, se le condena a ser crucificado , como suce~ dié con los martires del Japon, y con el beato Brito en el Ma- labar, que fué degollado por el verdugo, asi como en tiempos antiguos eran condenados los confesores de Cristo a las parri- llas, 4 los hornos, a los toros de bronce, a las fieras, 6 al hacha del ministro de justicia. Y es preciso decir, que asise cumplia al pié de la letra lo que habia dicho Jesucristo, hablando de los tiranos , quienes quitarian la vida a sus discipulos , creyendo que en ello hacian 4 Dios un servicio ‘. Los emperadores romanos estaban obcecados en Jos errores de la idolatria, y creian que era un deber de justicia borrar del numero de los vivientes a los cristianos , acusados de ser los perturbadores del imperio, y hombres que comian carne humana en sus reuniones secre- las, pues bajo ese caracfer presentaban 4 los adoradores del Dios del Calvario los sacerdotes iddlatras y los filésofos acu- sadores de los que se alimentaban con la Eucaristia, y anun- ciaban Ja nulidad del culto del paganismo. De estas acusaciones, asi como de las confesiones constantes, uniformes y gloriosas de los martires, estan llenas las actas de los martirios, que pueden leerse’en la obra de Ruinart. Era erréneo, injusto y cruel cuanto hacian los emperadores y sus prefectos y cénsules; pero creian que servian 4 sus dioses y 4 su imperio en cuanto hacian contra los martires, y observaban en la formacion del’ proceso yen el modo de pronunciar la sentencia, las tramita- ciones que las leyes prescribian para la actuacion de toda causa criminal. P Cosas muy diferentes de estas hay que decir, al tratar de los martires que pertenecen a la época de la civilizacion moderna, 1 Joan, cap, XVI. v. 2,
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