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mars, Ni tampoco los martirios pertenecen al género de los anti- guos, ni sé parecen en sus precedentes y en el modo a lo que, segun dice la historia, se practicaba entre los romanos , per- seguidores de la religion del Crucificado, y aun a lo que se hace todavia en el imperio de Birman y en el reino de Siam, cuando los principes de aquellas regiones barbaras condenan 4 morir a los confesores de la fe. Entre los romanos , en general, casi 4 todo martirio precedia la apertura del tribunal, presidi- do por un prefecto 6 un cénsul, y casi innumerables veces por los mismos emperadores , asistido por los notarios, que redac- taban los autas del juez , daban fe de las respuestas del acusado 6 aprehendido, y legalizaban la sentencia. Y era este acto tan imponente , que precisamente por lo majestuoso que tenia hizo que resaltase mas la constancia, la fuerza é intrepidez de los martires, y que resplandeciese mas su sabiduria; aquella, dela cual habia dicho Jesucristo estas palabras: Cuando os levaren a la presencia de los reyes y de los presidentes, no penseis en lo que les habeis de responder ; pues yo os sugeriré palabras y sentencias , 4 las cuales no podrdn contestar vuestros adversa- rios; porque no seréis vosotros los que hablaréis , sino el Bspi- ritu de vuestro Padre, que hablard en vosotros*, ‘La historia esta llena de las respuestas que los talbrtires da- bana los jueces, y es ;tan admirable la concordia que estas pre- sentan, que parece que estan dadas 4 un mismo tiempo, en un mismo paral: y oyéndose los martires unos 4 otros, 6 como si. se hubieran convenido para no discrepar en ellas. Lo mismo res- ponden los nifios de nueve afos en Alcala de Henares , que los- Obispos y los diaconos en Tarragona: lo mismo: Leocadia en To- ledo, que Inés en Roma: lo mismo Justa y Rufina en Sevilla, que Lucia en Siracusay Polonia en Alejandria: lo mismo los Papas en Roma, que Catalina en Egipto, y que Barlaan y col safat en Persia. ' Mat. cap. X. v. 19. 20.: Lue. cap. XX1.v. 16.