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ah aa pago de los servicios que les prestaban, pues les ayudaron bastante en la toma de Toledo y de otras ciudades. Entre tan- to, los moros eran arrollados poco 4 poco hacia las costas para- lelas 4 las de Africa, miéntras que los judios iban quedandose en todas las provincias interiores de la monarquia , conservan- do siempre su misma tenacidad , su misma aversion a los cris- tianos, y sus mismas malas artes para cometer sus crimenes antiguos, y siendo ocasion de perturbaciones continuas en. todas partes. . { Deberian los Reyes Catélicos mirar con indifereneia oeexis- tencia de un mal, que podia ser principio de otros mayores en dos puntos tan esenciales como la religion y la independencia de Espafia? Pénganse las cosas en su verdadero punto de vista, y se concluira que los Reyes Catélicos obraron con mucha sabi- duria, al disponer que se hiciese en Espaiia lo que se habia ejeculado alguna vez en Inglaterra y en Francia, Existen las mismas causas para juzgar el asunto de Ja expul- sion de los moriscos de Granada. Los Reyes Caldlicos, despues de la toma de esta ciudad, creyeron conveniente permitir que los subditos que habian sido de Boabdil, practicasen su reli- gion: mas sobrevinieron entre estos algunas disensiones, y para cortarlas de raiz, determinaron los monarcas proponer a los mahometanos que abrazasen el cristianismo, y mandaron que los que no lo hiciesen , fuesen trasladados al Africa. Pocos optaron por este segundo extremo, habiendo preferido la mayor parte quedarse en su antiguo Eden, pues tal era la Espaiia para los moros. Pero no fué sincera la conversion de éstos: conservaban sus practicas supersticiosas, y no querian despo- jarse de su:trage morisco, permaneciendo tenaces en ello con perjuicio de la unidad politica de la nacion, no ménos que de la religiosa. {Qué venian, pues, ser los ochocientos mil mo- riscos en medio de Espafia? Era un estado dentro de otro; era un ejdrcilo uniformado, a quien solo faltaba llevar el arma

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