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—. hs y este lema hizo prodigios ; este lema echd a la tumba amas de cuatrocientos mil enemigos. D exbibem eRhais - Parece que la Espaiia conservaba taiasiel su antigua | gia deza; pero, jlamentable transformacion,! los vencidos por, las armas, salieron vencedores por las doctrinas: centenares de espaiioles quedaron envenenados con las ideas de los invasores, y apénas huyeron eslos, empezo esa triste época de disensiones, de levantamientos , de insurrecciones y de destruccion , que, al fin, nos ha traido a un estado casi de salvagismo, cual es el que actualmente tiene la Espaiia. ;Qué idea noble y engrande- cedora hay en todos esos combates que tenemos desde hace se- senta afios? Ninguna: todas son raquiticas , miserables , egois- tas, sin conexion con lo pasado, y sin augurio de un dichoso porvenir. Al gran lema espaiiol, mi Dios, mi patria, mi rey, ha sucedido otro, que renuncia a Dios, que tiene por patria la persona de cada individuo, y por rey, al primero que le pre- Senten algunos intrigantes, 6 4 alguna idea abstracta, que solo significa licencia, desérden, sacrilegios, robos, reinado del crimen con impunidad. Doloroso es decirlo, pero la Europa no ha visto descenso semejante al de Espaiia, por efecto de haber esta nacion aban- donado sus tradiciones santas y aquella politica sapientisima que tuvieron sus reyes, desde los tiempos remoltos de Recare- do hasta hace pocas décadas. De la Espafia de Isabel la Catoli- ca y su nieto Felipe II., 4 la Espafia de mil ochocientos setenta y tres, mirada con ldstima por las demas naciones, y entregada a unas turbas sin freno, hay tanta distancia, como del astro que se ha mostrado brillante en su cenit, y llega al ocaso en- Vuello entre negros nubarrones. | Esta ligera resefia que hemos dado sobre nuestra decaden- cia, y sobre las causas que la han producido, nos conduce al terreno de una disertacion acerca de los enemigos mas des- apiadados de Espafia, quienes acusan 4 nuestros monarcas :