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jandose guiar en sus empresas por la doétrina de! Pastor uni- versal, a quien reconocian por su padre, y en quien creian firmemente que habia una potestad superior a la suya, siguien- do en eso el ejemplo de sus mayores y el que les habian dado olros reyes y emperadores , que fueron grandes en sus empre- sas'y en-sus dominios , y no ereian que perdian una sola linea de suautoridad , porque reconocian que habia otra mayor, y era la de aquel, a quien did Cristo poder , 4 quien impuso la obligacion de ser el maestro de los reyes. Ahi esta, repetimos, la concordia del sacerdocio y el imperio, como lo reconocieron todos los reyes verdaderamente cristianos, 4 quienes decia San Félix las siguientes palabras, dirigidas al emperador Zenon : «Es cierto , que lo mas saludable para tus cosas es , que cuan- do se trata de causas de Dios, procures someter tu volun- lad a la de los sacerdotes , segun él lo tiene prescrito , mas no levantarte sobre ellos , ni discutir , sino aprender lo que los Obispos han establecido; no ensefiarles, sino seguir la forma de la Iglesia: no sefialar a ésta, a estilo humano, los derechos que ha de seguir , ni determinar limites a sus sanciones , pues Dios quiso que tu aman doblase ante ella su cuello con devocion piadosa ‘. Lo mismo asia = P. San Leon eseribiendo al ‘emperador del mismo nombre, inculcandole* que pensase siempre, que se le habia concedidola régia potestad no solo para gobernar- el mundo, sino para defensa de la Iglesia: y avisdndole*, que sus cosas temporales no estin muy seguras , si la potestad real no defiende las que perlenecen é la confesion divina. Esta concordia entre el sacerdecio y el imperio existid con sinceridad y cordialidad por muchos siglos entre los reyes de Es- pata y los Sumos Pontifices , y no dudamos afirmar que fué la ' Epist. I. Felie. ad Zevon. imper. — * — Epist. LXXX, ® Epist. XXXII. ; i

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