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pet ORS Pero es necesario examinar cual es el origen de esta acti- + vidad prodigiosa, y en ultimo resultado hay que confesar que si la Espaia, si sus reyes, si sus stibditos han sido tan grandes en aquella empresa, han debido esta gloria casi exclusivamen- te 4 la influencia benéfica y salubérrima de Roma. Es preciso no haber abierto una sola hoja de esos documentos solemnes de los Breves y de las Bulas que los Papas han dirigido 4 los reyes catdlicos, desde el momento del descubrimiento de las Indias, para decir que la Espafia ha sido desgraciada por ha- ber recibido estas influencias. Innumerables son los benefigios que Espaiia y las Américas han recibido de los Papas por me- dio del catolicismo que estos han conservado incorrupto é in- colume, y cwyas maximas y preceptos han inculcado en nues- tros reyes. Novoncedieron, por cierto, aquellos a estos.el do- minio legitimo de los continentes y las islas, sino con la condi- cion precisa de que planteasen em Jas regiones halladas la reli- gion de Jesucristo, como lo hizo Alejandyo VA. al escribir a Fernando Y. 6 Isabel para dirimir la gran cuestion suscitada “entre los reyes de Espatia y de Portugal, sobre la parte del Nuevo Mundo que pertenecia 4 cada uno. Y quienquiera, que lea esas letras admirables de los Papas 4 los Monarcas de Es- pafia, notara que observaron la misma conducta Julio Il., Leon X., PaulolV., Paulo V., Sixto IV., San Pio V., y todos sus sucesores. i : El espiritu que reina en esos escritos es de concordia. y amistad entre el padre comun de los fieles y sus nica mis pre- en desecar re lagunas , sobre las dealde wabalionds la ciudad de Mé- jico , es incalculable ; lo que expendieron en muros , en terraplenes y en fabricar verdaderas montahas para represar las lagunas llamudas de San Crist6bal, que'si se soltasen, inundarian a Méjico en pocas horas , no tiene guarismo. Puede verse esta historia,en lo. que escribié Davila sobre la fundacion de iglesias en la Nueva Espaiiay en Gua- temala. & ia a i eal oo,