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Dia PRIMERO. 65 veo en mi conciencia con una inmensa confusion, á la luz de vuestras inspiraciones, mis negligencias y des- cuidos. ¡Quántos pleytos pude haber cortado en sus principios!-¡Quántos escándalos evitado! ¡Quántos pobres socorrido! ¡Ay! Debo confesarlo penetrado de dolor. No he procurado seriamente el bien de mis próximos.como era de mi obligacion. Por último, exáminemos á qué grado de santidad hemos llegado "despues de tantos años de Sacerdo- tCS... ¡Miserables de nosotros! Todos los artesanos de la república se perfeccionan con el tiempo en sus ma- nufacturas. Los oficiales acaban las obras mejor que los aprendices, y los maestros las dan mayor perfec= cion que los aprendices y oficiales ; solo en el sacer- docio aparece'invertido.este Órden universal. Confe- sémoslo por nosotros mismos, exáminando si obser- vamos con la misma exáctitud , cuidado y puntua- lidad las sagradas ceremonias en la Misa y en el re- zo , que observabamos. en los primeros días de nues- tro sacerdocio... ¿Qué tiempo empleamos en el divino sacrificio?... ¿Cómo pagamos á Dios las divinas ala= banzas?.. ¿Cómo nos disponemos para el altar?., ¿Con oracion... mortifcacion... silencio.» retiro?... ¡Ay Dios mio! Nuestras pasiones indómitas , nuestros apetitos pujantes, vagos nuestros sentidos, y sin arreglo nues- tras potencias , nos dan evidente testimonio de quán Í2
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