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ro Exercicros EspIRITUALES. ñores, tan feliz! ¡tan adornado de la simplicidad de las palomas y de la prudencia de las serpientes , co- mo lo-recomienda su divina Magestad (1)! ¡Pero qué lástima! ¡qué dolor, venerables Sacer- dotes, vernos ahora, por la fragilidad de nuestra naturaleza , tan distantes de aquel candor, de aque- lla devocion, de aquella sabia simplicidad! Entónces no conociamos ciertos ensanches que despues hemos hallado en las opiniones : entónces huiamos de la sombra de ciertos defectos que manchan con solo su recuerdo el- alma : entónces la mortificacion de los sentidos del cuerpo y de las potencias del alma era nuestro continuo exercicio; ¿pero ahora? ¡Ay! Pasados aquellos primeros tiempos tan irrepre- hensibles , nos fuimos concediendo ciertas licencias que nos extraviaron sobremanera del camino de la virtud. Los descuidos al parecer mas leves , la poca ana y la falta de advertencia minaron el mu- o espiritual edificio, hasta' precipitarnos en los mayas desarreglos. Empezamos ya á mirar como penosa aquella rígida tirantez en la yirtud: tu- vimos por escrúpulos aquellos defectos pequeños que en el divino oficio, en la oracion, en el altar, en las (1) Ettote ergo prudentes 'sicut serpentes , et simplices si cut columbe. Marth. c. x.-v. 16.