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DIA QUINTO. 319 criaturas, que en el órden de la divina Providencia eran dones de Dios para conseguir con ellos tu sal- «vacion ? ¿Puedes pensar en esto , alma mia ,-sin re- ventar de dolor , y llenarte de inconsolable tristeza por la pena que se padece enel infierno de estar allí privada de tanto bien? ¿Una alma sin Dios, sin Je- suchristo, sin María Santísima, sin los ángeles y san. tos, y sin la gloria-, y envuelta entre los tizones del abismo, rodeada de llamas , de demonios y conde- nados, qué tanto padecerá? ¿qué tanto penará? ¡O santo Dios! ¡O misericordioso Dios! ¡O justicie- ro Dios! ¿Cómo no acudo ahora á vuestra mise- ricordia para no experimentar despues vuestra ri- gurosa justicia? Sí , Dios mio: tomad el azote, le= vantad el brazo, descargad el golpe, y vengan ahora sobre mí todos los trabajos de Job, con tal que des- pues no me condeneis. Cortad , Señor, quemad , he- rid , y no me perdoneis ahora, para que me perdo- neis despues por toda: la eternidad, Tom. L. Ss
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