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DiaA QUARTO. 27 ui EXÁMEN PRÁCTICO SOBRE LA VIRTUD DE LA CASTIDAD. Insistamos con el santo Job , venerables Sacerdo- tes , en clamar 4 Dios que no permita que ignoremos nuestros pecados. Ya que tuvimos la desgracia de co- meterlos, no permita Dios que tengamos la de igno- rarlos ; y así digamos incesantemente : Scelera mea, et delicta ostende mibi. Manifestadme , Señor , mis culpas , para que yo las llore amargamente en vues- tra adorable presencia. Sacerdos , decia Dios en el Levítico, ne polluat Sanctuarium Domini , quia oleum sancte unctionis. Dei sui super eum est. Ungidos nos hallamos con el oleo santo, no manchemos con nuestras concupiscencias el Santuario del Señor. No solo con los sentidos del cuerpo podemos ofender el limpísimo candor de la santa castidad , sino tambien con las potencias del alma. El mismo Jesuchristo Dios y Hombre verdadero afirma , que del corazon proceden los malos pensamientos, los adulterios , los hurtos y demas abominaciones. Es tan activo y pron: to el corazon en sus operaciones, que en un momento puede consumar la culpa, especialmente en materia de deshonestidad , en que siempre es grave el peca= do, á no faltar la plena advertencia ó el consenti=

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